El Decálogo, Ideal Ético

El Decálogo, o Los Diez Mandamientos, es sin duda la compilación de preceptos más famosa de la historia. Dogma de fe para algunos, moralidad arcaica y trivial para otros. Según la Biblia, fue recibido por Moisés de manos de YHWH en el monte Sinaí, en medio de una solemne ceremonia que enlazaba al pueblo israelita con su Dios. Por miles de años ha sido la máxima regla de conducta para el pueblo judío, y dado que fue heredado al cristianismo, posee una relevancia indudable en el hemisferio occidental.

Rabí Simlai enseña en el Talmud que Moisés formuló 613 mandamientos en toda la Torá, y hay quienes opinan que el Decálogo es un sub conjunto de ellos seleccionado de forma completamente arbitraria y aleatoria, por lo que su estudio no es capaz de reflejar el todo de la ética judaica. Aun así, creo firmemente que el Decálogo compone la más magnífica síntesis para la ética del hombre, y en lo sucesivo explico el por qué.

Los primeros cuatro mandamientos del Decálogo tienen que ver con la relación del hombre Dios:

1. No tengas otros dioses además de mí.
2. No te hagas ningún ídolo.
3. No pronuncies el nombre del SEÑOR tu Dios a la ligera.
4. Acuérdate del sábado, para consagrarlo.

A pesar de su naturaleza vertical, sus beneficios al hombre son notables. Ellen White dice elocuentemente: “Es una ley de la mente humana que por la contemplación somos transformados. El hombre no puede elevarse más alto que sus concepciones de la verdad, la pureza y la santidad. Si la mente nunca se exalta por encima del nivel de la humanidad… estará constantemente hundiéndose más y más” (White, 1890). Lo que el Decálogo intenta evitar es la degradación humana. El adorar explícita o implícitamente a alguien diferente al Creador: -una celebridad, un pedazo de madera, uno mismo-, tendrá el inevitable resultado de rebajar la valía y los derroteros del hombre.

Por otro lado, el descanso regular propuesto en el cuarto mandamiento es evidentemente benéfico para la sociedad. En este mundo desesperado por alcanzar metas y ser relevante, es vital que se siga el principio de descanso y recuperación; de poner una pausa a los intereses habituales y dedicar tiempo a lo verdaderamente importante: Dios, la familia, los amigos.

Los siguientes seis tienen que ver con la relación con el prójimo.

5. Honra a tu padre y a tu madre.
6. No matarás.
7. No cometerás adulterio.
8. No hurtarás.
9. No dirás contra tu prójimo falso testimonio.
10. No codiciarás.

En más de una religión esta lista de principios se ha intentado de enseñar como reglas que requieren obediencia estricta, so pena de castigo, ya sea impartido por Dios o por el hombre. Nótese sin embargo que en el original no se estipula ninguna sanción para quien falle la norma. Es interesante, además, que “los preceptos del Decálogo, a diferencia de todos los demás, no se denominan ‘mandamientos’ sino debarim, un término que significa ‘palabras’ (Bandenas, 2000)”. Parece darnos una pista al respecto el último principio, “No codiciarás…”; resulta imposible legislar en el terreno de las pasiones y los sentimientos, por lo que estos mandamientos nunca podrán verse como Ley; es más bien un ideal, la esencia de los principios bajo los cuales le es favorable coexistir al hombre con su semejante. Estos seis principios abarcan el todo del ser humano: la acción, la palabra y el pensamiento.

Probablemente una de las principales causas del rechazo inmediato ante el Decálogo es la constante “No”, pues se percibe como un atentado contra la libertad, y la naturaleza más básica del hombre le hace rebelarse ante ello. Sin embargo, al considerarlo con detenimiento, se debe concluir que la prohibición deja un margen de acción mayor al del mandato. Si tenemos un conjunto de órdenes, nuestras acciones válidas se limitarán al cumplimiento de ellas; en cambio, al hablar de prohibición se puede hacer lo que sea, siempre que no se traspase el límite de lo vedado.

¿Pero por qué limitar, después de todo? La libertad del hombre es demasiado valiosa para intentar contenerla, puede pensarse. Aun así, en toda sociedad y organización humana se ha visto la necesidad de leyes que limiten para proteger el derecho del otro. Algo tan sencillo como el orden del tráfico vehicular, en donde no se puede avanzar con señalamiento rojo, muestra lo útil de la prohibición como medida de equidad. De este modo, las prohibiciones del Decálogo marcan el espacio en que se puede ejercer la libertad propia sin violar la ajena.

Sin duda en el “No matarás”, o en el “No hurtarás” el respeto al derecho ajeno es llano, evidente. Pero también puede verse en el “No cometerás adulterio” (sé feliz con tu familia y no interfieras en la felicidad de las demás), en el “No dirás contra tu prójimo falso testimonio” (respeta el buen nombre de tu vecino), etc.

Diez preceptos pueden parecer muy pocos para sintetizar el ideal ético del hombre. Pero si partimos del hecho que ellos no son mandamientos, sino mínimos de conducta, podemos llegar a comprender su propósito original. Los primeros cuatro son un constante recordatorio del lugar del hombre: no somos dioses, no somos todopoderosos. Podemos mirar hacia arriba y trascender al entorno. Podemos descansar. El quinto, por otro lado, es incluso una ley de la naturaleza para el cuidado de cualquier especie. Y los siguientes pueden entenderse como prohibiciones que salvaguardar al prójimo de cualquier tipo de agresión:

  1. Homicidio (delito contra la vida): Agresión física.
  2. Adulterio (delito contra la familia): Agresión moral.
  3. Hurto (delito contra la propiedad): Agresión económica.
  4. Falso testimonio (delito contra la reputación): Agresión verbal.
  5. Codicia (delito a nivel de deseo): Agresión mental. (Bandenas, 200).

Entendiéndolos de esta forma, los preceptos del Decálogo constituyen mínimos para cada área de la conducta humana. Evitar las agresiones físicas, morales, económicas, verbales y mentales nos forjaría como una sociedad de armonía. Cualquier dilema ético podría ser evaluado a la luz de estos principios. Nuestras naciones, nuestras empresas, nuestras familias y nosotros mismos deberíamos actuar acorde a estos principios; de esta forma aseguraríamos una convivencia sana, productiva, sinérgica.

¿Cuál fue el motivo por el que este conjunto de principios ganó tan mala fama en algunos círculos? Probablemente por el abuso religioso. Leon-Dufour lo expresó de forma ingeniosa: “si el Decálogo no se hace diálogo, se endurece en catálogo”. Pero estos excesos no deberían desviarnos de su intención original, a saber, la convivencia entre humanos. Grandes pensadores, políticos, estrategas vivieron de acuerdo a ellos. Kant, autor de la teoría del deber, tenía raíces cristianas, de modo que es fuertemente influenciado por el Decálogo. Thomas Jefferson, uno de los autores de la declaración de independencia de USA sostenía que el cumplimiento de estos principios redundaba en bienestar social. Los ejemplos pueden ser innumerables.

En una sociedad como la nuestra, llena de inseguridad, corrupción, pobreza, egoísmo, hace falta algo más que acreditaciones sociales. Algo más que programas para apoyar a un solo sector en necesidad. Más incluso que gobernantes de principios inquebrantables, quienes no han vuelto a aparecer desde nuestros libros de historia. Lo que hace falta es verdadero interés por el otro, sincera empatía por el prójimo. Una mano que apoye, que se solidarice, una mano que siga el ideal ético que propone el Decálogo.

Siempre será admirable la forma en que el Decálogo puede resumir el deber del humano en unos pocos principios. Con todo, Jesús de Nazaret fue capaz de condensarlo aun más. Cada ciudadano comprometido haría bien en seguir los principios propuestos por él: “Amarás a Dios sobre todas las cosas, y a tu prójimo como a ti mismo”.

5 comentarios en “El Decálogo, Ideal Ético

  1. Rosa Margarita Cervera Osorio dice:

    Los mandamientos del decálogo que dios padre anuncio en el Sinaí a Moises son los cuales en que basamos los principios que dios nos dio para ser unos seres con valores, y transmitirlo de generación en generación.

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  2. Sergio Garcia M dice:

    Dios no cambia El es el mismo ayer hoy y siempre.
    El hombre es variable y necesita un modelo a seguir para no errar. Lo que es malo para Dios, es malo ayer hoy y siempre y lo bueno lo es ayer, hoy y siempre. Los 10 mandamientos son la norma a seguir en nuestra vida si queremos vivir felices y en armonia con los demas.

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  3. Jesús vezlazquez marquez dice:

    Yo creo en dios y que des canso el sábado lodise enlabiblia estuve illendo ala casa de dios que es el sábado es sagrado y estoy dispuesto alabar a dios arrendirle cuentas ypasar a predicar la palabra de dios

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  4. Jesús vezlazquez marqu dice:

    Oy en día an cambiado la ley Del gobierno terrenal i el papa joan Pablo 2 fueron quien puciero el domingo para descansar les envito a que lean labiblia el nuevo testamento y el viejo tetestamento dise que dios des canso el 7septimo di a
    Abran los ojos y estudien la sagrada escrituras en piesen porestuar jenesis la primer ohja y la segunda ylatersera

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