Dios de pactos (2/5). Abraham

La semana pasada comenzamos una serie sobre los pactos de Dios en el Antiguo Testamento, y revisamos el primero, el pacto con Noé. Hoy analizaremos el realizado con Abraham.

 

Un héroe poco probable

Después del fiasco de Babel, en que las naciones se rebelaron contra el gobierno divino, el Señor dispersó a los pueblos. El conocimiento de Dios se perdía con rapidez. Y entonces, YHWH escoge un hombre. Un anciano de setenta y tantos años de edad; un héroe poco probable. De acuerdo a Josué 24:2,3, era un idolatra. Un pecador cualquiera. Pero Dios lo escoge a él para llevar a cabo sus planes con la humanidad.

El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré.
2 »Haré de ti una nación grande,
    y te bendeciré;
haré famoso tu nombre,
    y serás una bendición.
3 Bendeciré a los que te bendigan
    y maldeciré a los que te maldigan;
¡por medio de ti serán bendecidas
    todas las familias de la tierra!»
Génesis 12:1-3

Esta es una de las promesas más grandes jamás dadas. A través de este anciano, Dios llevará a cabo sus propósitos. Las promesas que le da a Abraham son 3:

  1. Hacerlo una gran nación
  2. Darle la tierra prometida
  3. Bendecir a todo de la tierra a través de el

En la confirmación de este pacto, Dios especifica que es en realidad a través de su descendencia que las familias de la tierra serán benditas (Génesis 22:18). Las mismas promesas son confirmadas a su hijo Isaac (Génesis 26:4) y su nieto Jacob (Génesis 28:13,14).

La forma en que Dios confirma su pacto es sumamente peculiar. La historia se encuentra en Génesis 15. El Señor hace grandiosas promesas a Abraham, pero el anciano pide una señal de parte de YHWH. Es en este momento que se torna raro: Dios le pide a Abraham que corte animales por la mitad y espere por él. Después de llevar a cabo la orden, el patriarca cae en un sueño, y es despertado por una pesadilla. Y entonces, lo ve: con un cielo estrellado de fondo, hay una antorcha andando en medio de las partes cortadas de los animales. ¿Qué significa todo esto?

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En los tiempos antiguos, los convenios eran confirmados de esta forma: ambas partes partirían un animal por la mitad, y caminarían por el medio. El voto era algo como “que sea cortado en la mitad, como este animal, si rompo mi parte del pacto”. Cuando una de las participantes caminaba entre los restos, estaba dando la más fuerte de las promesas: estaba jurando con su vida misma. ¡De modo que Dios está haciendo lo mismo!! David Asscherick lo expresa de forma más elocuente: “el Infinito, Omnipresente, Omnisapiente, Eterno, Inmaterial, Espiritual, Creador, Dios del Universo acaba de entrar en un acuerdo con un gusanito, con un granito de arena. Y cuando el granito tiene la audacia de preguntar: ‘¿cómo sé que lo harás?’, Dios replica: ‘Lo juro por mi vida’ ”.

Y lo más impresionante es esto: ¡solo Dios camina entre los restos! Esta es una promesa unilateral. A través de esta extraña ceremonia, el Señor se está comprometiendo completamente con Abraham. Este pacto muestra el deseo irresistible de Dios de salvar a la gente, pues a través de este anciano bendecirá a todas las naciones. Y ninguna acción humana lo persuadirá de desistir.

 

El cumplimiento de las promesas

Abraham falleció sin recibir de forma material ninguna de las promesas. Pero Dios es fiel, y a su debido tiempo las cumplió todas. Cientos de años después Moisés le dice a Israel: “El Señor su Dios los ha hecho tan numerosos que hoy son ustedes tantos como las estrellas del cielo.” Deuteronomio 1:10, cumpliendo así la primera promesa. Tiempo después, cuando los israelitas entran a la tierra prometida, Josué proclama “Así fue como el Señor les entregó a los israelitas todo el territorio que había prometido darles a sus antepasados; y el pueblo de Israel se estableció allí.” Josué 21:43, cumpliendo así la segunda.

¿Pero qué sobre la tercera? Dios puso su vida de por medio, y dijo que a través de un descendiente de Abraham, un individuo, todas las naciones serian benditas. Mucho antes de que la figura del Mesías apareciera en Israel, la figura del descendiente de Abraham era entendida.

Muchos años pasan. Y entonces, un niño nace en un oscuro pueblo de Judá. Crece y predica por sólo tres años. Es crucificado. Y en ese carpintero galileo, Pablo ve claramente el cumplimiento de la tercera promesa a Abraham:

Ahora bien, las promesas se le hicieron a Abraham y a su descendencia. La Escritura no dice: «y a los descendientes», como refiriéndose a muchos, sino: «y a tu descendencia», dando a entender uno solo, que es Cristo.
Gálatas 3:16

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Dios está viendo mucho tiempo después del tiempo de Abraham. Él sabe que al tiempo correcto este descendiente traerá salvación a todas las naciones.

Mediante Cristo Jesús, Dios bendijo a los gentiles con la misma bendición que le prometió a Abraham
Gálatas 3:14 NLT

¡Todas las naciones fueron bendecidas en él! ¿Sabes qué es lo más maravilloso? Que el alcance de este pacto es Universal. El alcance del descendiente de Abraham, Jesucristo, puede llegar hasta nosotros. Pablo lo explica así:

Y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa.
Gálatas 3:29

 

Las implicaciones

La respuesta de Abraham al pacto es digna de atención, y es en realidad el fundamento del segundo pacto:

Y Abram creyó al Señor, y el Señor lo consideró justo debido a su fe.
Génesis 15:6 NLT

Su respuesta es perfecta. Él ya está entrado en años. No tiene fuerza. Pero aun así cree de todo corazón en la promesa del Señor. Su fe es tan grande y tan real que le hace estar dispuesto a sacrificar a su hijo, sabiendo que Dios bien podría resucitarlo. YHWH mira su fe, y a pesar de que sus acciones no son perfectas, ¡lo considera justo! La fe no es un elemento introducido en el Nuevo Testamento; siempre formó parte de la religión judía. El autor de Hebreos, en el capítulo 11, refleja la fe de la mayoría de los héroes Israelitas, y reconoce que sus grandes hazañas fueron motivadas por fe.

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Ahora, si nosotros realmente pertenecemos a este pacto, debemos ejercitar la fe de Abraham. Debemos perseverar en la fe, especialmente cuando los problemas y las tentaciones llegan. Cuando el futuro es oscuro. Cuando nuestra pecaminosidad nos hace pensar que jamás seremos aceptados por Dios. La fe de Abraham debe se nuestra fe, si es que de verdad somos sus descendientes. Lasor dice: “Abraham es el modelo de fe que Dios pide de su pueblo”.

Tu y yo podemos ser parte de este segundo pacto. Pero debemos tener fe.

Abraham es padre de todos los que creen, aunque no hayan sido circuncidados, y a éstos se les toma en cuenta su fe como justicia. 12 Y también es padre de aquellos que, además de haber sido circuncidados, siguen las huellas de nuestro padre Abraham, quien creyó cuando todavía era incircunciso.
Romanos 4:11,12

 

 

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